miércoles, 10 de octubre de 2012

SUN KIL MOON. "Among the leaves" (2012)

Cada vez que el ex-Red House Painters, Mark Kozelek, se decide a ponerse a trabajar (esta vez con el quimono de sus Sun Kil Moon), sé que tengo que dejar pasar a la tristeza a ratos por la estancia donde habito, para conquistar luego junto a la belleza de las melodias que iradian cada produccion de Kozelek, pequeños espacios para el esparcimiento íntimo.

Los pintores de la casa roja, junto a el club americano de la música fueron mis referentes de tranquilidad en aquellos 90 donde los Pixies te sacaban dulcemente de tus casillas, y J. Mascis se salia versioneando a The Cure, junto a unos jóvenes sónicos que nos convencieron de lo bueno que era el ruido, de su poder cautivador, medicina para nuestra rebeldia de 20 años.

Luego, me hice con los trabajos en solitarios de tahur afligido, y cuando me topé con Sun Kil Moon, supe que nada había cambiado. Que este luthier de los corazones dolidos sabia tensar la cuerda de nuestra querencia por lo fragil desde la austeridad más delicada.

"Among the leaves" , para los que les gusta cortar espigas en el campo mustio, es una buena razón para ser campestre de sentimientos durante un buen rato. La mayoria de los temas, Kozelek y su guitarra de nylon, se bastan y sobran para pernoctar en el vahido de nuestros silencios. "Sunshine in chicago" es una de esas perfecciones que te arrullan y te meten en el bolsillo, con su levedad mágica, con su pañuelo de estrellas difuminadas por el polvo de los dedos sobre el armatoste de madera.

El neocouyntry o como rayos lo quieras llamar aparece en cosas como "That bird has a broken wing". Pero lo que a mi me gusta son las baladas como "Elaine", copos de nieve o de avena, seda en tu descanso, dejarlo todo para planchar palabras. Bella. "The winery" es otra pieza del puzzle de estas 17 canciones que no fallan, que son una fotografia marrón de olvidos ya defenestrados.

Como me gusta "Young love" con ese aire provenzal, lirico abanico de iris sobresaliente. "Track n. 8" es caligrafia espantando males y "King fish" es otra ordalía de peces esta vez eléctricos que como toda sensacion de eternidad, se escapa por los dedos de la vida.

Mark, como siempre, no deja nada a medias. Edifica casas de noble cerezo para que el rugevientos no se lleve la veleta de las buenas melodias. Asi, desde su hogar, lanza bengalas a los ciegos para que puedan pensar o soñar sobre el desafio de la luz interna. Grande.


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