martes, 19 de septiembre de 2017

ISIS. "Live VII 02.25.10" (2017)


Menos mal que la banda se separó hace 7 años. No se como podían haber continuando su carrera llamándose como esa panda de asesinos religiosos. Hasta han tenido que especificar en la edición de este enorme directo grabado en su gira por Australia en 2010, que son una banda. Así estamos en este puto mundo de locura y insensatez.

Isis junto a Envy son mis dos bandas favoritas de post metal. Nadie como ellos para ir un paso más, deglutinar esencias venenosas, ponzoña de guitarras que se enredan en melodia y dolor. Isis, comandados por Aaron Harris y Aaron Turner, en sus cinco trabajo en estudio mostraron sus cartas, su pegado devoradora.

Y que mejor que este disco para ver como se las gastaban. Desde que suena "Heart of the dead", te ves contaminado por esa fuerza volcánica, por esos paisajes sonoros que te atrapan, arpegios de guitarras que nadan entre el apocalipsis y la fatal emotividad. "Hand of the host" es otro zarpazo de incomodidad, otro lunar negro que da paso a "Holy tears", donde la garganta de Turner se quiebra y resplandece, se hace cielo y luego tormenta, mientras aparece la melodía como sensación de mal sueño.

De ellos me gustaban su actitud para elaborar lugares atmosféricos donde la calma se agita con interludios de espasmos y conmoción. "20 minutes/40 years" una de las mejores canciones de su carrera, aparece aquí descarnada, reptante, con su tristeza voraz, con sus adjetivos de furia.

Así eran Isis. Una máquina perfectamente engrasada de luces y distorsión, enjambre progresivo de música para espantar calmas ("Ghost key"). En "Wills dissolve", el público australiano se viene arriba. Aquí casi parecen hermanarse con los reyes del drone Earth.

Para la parte final, las más agresivas, "Threshold of transformation", "Carry", y los 15 minutos apabullantes de "Celestial (The tower)", todo un bálsamo contra el adormecimiento del espíritu. Un verdadera joya pues este live que contiene todo los ases a su favor para los que aun no les conocen muchos no puedan desprenderse de ellos, y para los que les seguimos a pies puntillas, continuar gozando con las campanas del argamedón.


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